El impacto de las baterías reemplazables en los dispositivos electrónicos

Imagínese si cada vez que fuera necesario cambiar la batería de su linterna, tuviera que ir a una tienda especial o usar herramientas especiales para quitarla y reemplazarla. Este inconveniente es una realidad para muchos dispositivos electrónicos, incluidos los teléfonos móviles, cuyas baterías no extraíbles requieren atención profesional y su reemplazo puede ser costoso.

La característica de batería no reemplazable en los dispositivos electrónicos tiene varias razones detrás. En primer lugar, puede hacer que el dispositivo sea más resistente al agua y duradero. Además, es rentable para los fabricantes y permite diseños de dispositivos más elegantes. Sin embargo, esta característica resulta ser una desventaja para los consumidores, ya que limita la vida útil del dispositivo y dificulta el reemplazo de la batería cuando ya no tiene carga.

El cambio está en el horizonte para la Unión Europea y potencialmente también para Estados Unidos. En julio, el Consejo Europeo adoptó un reglamento que exige que todos los teléfonos inteligentes tengan baterías reemplazables por el usuario para 2027. Este reglamento tiene como objetivo reducir el desperdicio y desalentar la práctica de actualizar todo el teléfono en lugar de solo la batería.

El problema de los residuos electrónicos es importante. Según el Global E-Waste Monitor de las Naciones Unidas, se estima que el año pasado se desecharon en todo el mundo 5.300 millones de teléfonos móviles. Esta asombrosa cifra ha impulsado medidas para abordar el impacto ambiental.

Las especulaciones de la industria sugieren que los principales fabricantes de teléfonos inteligentes como Samsung, Apple, Google, OnePlus y Motorola podrían producir un único modelo para los mercados europeo y americano para cumplir con la regulación. Esto significa que el sencillo concepto de sustitución de baterías podría llegar a Estados Unidos sin necesidad de medidas adicionales.

Es importante destacar que la regulación va más allá de los teléfonos inteligentes e incluye baterías utilizadas en vehículos eléctricos y bicicletas eléctricas. Este enfoque integral tiene como objetivo promover una economía circular cubriendo todo el ciclo de vida de los productos, beneficiando tanto al medio ambiente como a la economía. Las nuevas regulaciones garantizarán que las baterías sean funcionales, más seguras y más fáciles de quitar.

Si bien estos cambios son inminentes en Europa, su impacto puede repercutir a nivel mundial a medida que se preste más atención a las prácticas sostenibles en la fabricación de dispositivos electrónicos.